No queremos paz, sino la victoria
Manifiesto de la Yeguada Latinoamericana en La Paz, Bolivia
por Ana Izquierdo, Cheril Linett, Inti Pujol, Jazmín Ra y Jenny Toro
En 1492 con la llegada de los españoles y portugueses al continente se inaugura el proceso de acumulación primitiva del capitalismo, orquestando la formación de un sistema económico global, instalando el paradigma centro-periferia, en el que los recursos se movieron desde la periferia hacia el centro, a través de la acumulación por desposesión. Europa despliega sus fuerzas genocidas la militar y la clerical, instrumentando la desarticulación de los tejidos sociales pre-existentes mediante la explotación, la implantación del servilismo, la racialización, la evangelización, la misoginia, esclavización y la jerarquización de la sociedad.
Durante cinco siglos diversas batallas se libraron para contrarrestar o revertir la fuerza colonial, una y otra vez se desmembró la resistencia indígena, mestiza y negra mediante prácticas de descuartizamiento y exposición de los cadáveres en algunos casos, o empujando al suicidio colectivo ante la inminente derrota, pedagogías de la necropolítica hicieron carne en nuestra historia. Tupac Katari, Bartolina sisa, Cuauhtémoc, Tupac Amaru, Arauco, Zumbi dos Palmares, Antonio Conselheiro, La cacica Gaitana, Acaime, cacique Tundama, Caupolicán, Chacho Peñaloza, Dolores Cacuango,Transito Amanguaña…
Tras la aparente declaración de independencia de los pueblos americanos, cae la estructura imperial y monárquica, siendo reemplazada por el modelo de estado nación europeo liberal, donde las élites oligárquicas y blanqueadas, continuaron perpetuando los intereses económicos coloniales, el extractivismo, la dependencia y la subordinación política y económica. Segmentando el territorio continental en repúblicas, que lograron la fragmentación de los pueblos y su memoria, a través de los nacionalismos y el sentimiento patriótico.
Durante el siglo XX diversas estrategias de sublevación campesina, obrera y estudiantil emergieron ante la contundente opresión de las elites sobre las masas. Huelgas y protestas masivas fueron pacificadas mediante los fusiles de los propios ejércitos nacionales, La masacre de las bananeras, La patagonia trágica, Directas ya, La matanza de Santa Maria, Tlatelolco, Las hermanas Mirabal.
El denominado plan Cóndor, esgrimido desde Estados Unidos, orquestó y financió una serie de dictaduras militares en el continente, e incluso los gobiernos cívicos aparentemente democráticos, dieron vía libre a sus militares para exterminar a la subversión. La escuela de las Américas, con base en panamá dictamino y enseñó las técnicas de tortura y disuasión, el genocidio de carácter ideológico en el marco de la guerra fría ha sido un paso más de sofisticación dirigido a sostener el orden colonial en nuestros territorios. No contamos con cifras que engloben a nivel continental el número de víctimas de tortura y desaparición, las cuales podrían ascender a millones, lo que podemos reconocer, es que el traumatismo de esta enorme guerra se transfiere a la totalidad de nuestras sociedades, constriñendo nuestras realidades e imaginarios políticos.
Democracia, neoliberalismo, capitalismo tardío y patriarcado se trenzan en realidades nacionales aparentemente separadas y disímiles, que en el fondo comparten un mismo traumatismo colonial. El creciente extractivismo, conservadurismo y alienación cultural hoy en día resultan sumamente preocupantes. Los programas culturales en curso tienen como objetivo la des-memoria y el olvido.
Sigue siendo urgente hacer memoria. Coincidiendo con una fecha trascendental para uno de los territorios involucrados, hoy 24 de marzo del 2018 se cumplen 42 años del golpe cívico militar en la república Argentina, que dejó como resultado 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, y una estructura de vigilancia asentada en el estado que se mantiene hasta el día de hoy en todos y cada uno de los países de este hemisferio.
Ante lo mencionado, queremos señalar como ésta larga historia de opresiones constituye en diversos grados nuestras propias subjetividades, para las cuales el mayor desafío consiste en colectivizar y reconstruir un sentido de comunidad. Hoy es necesario cuestionar juntas las estructuras que nos han sido introyectados, solo así podemos deconstruir nuestras identidades nacionales, para reconocernos herederas de la misma lógica con la que opera el poder y así avanzar.
El ámbito del arte contemporáneo, no escapa a las construcciones de poder mencionadas, las cuales atraviesan nuestra subjetividad y replican las lógicas del binomio Capitalismo/Patriarcado reiterando la dinámica víctima-victimario en una microfísica de las relaciones. Hay una fuerte disociación entre nuestro ideal y la realidad que impera entorno y a través nuestro. Si bien la esfera de la performance busca dibujar nuevos contornos que escapen a las lógicas del mercado, no estamos exentos de la incapacidad emocional de vincularnos sana y sinérgicamente, nuestra psiquis a sido fragmentada y es menester un esfuerzo conjunto para superar nuestras incapacidades afectivas, programación y situación de clase a las que estamos sujetas.
Es por esto que es vital recalcar que no ha sido mala suerte que hayan colonizado este continente con prácticas necro-políticas y evangélicas.
No ha sido mala suerte la perpetuación del sistema racializado y colonial.
No ha sido mala suerte el desmembramiento de nuestros líderes y caciques rebeldes.
No ha sido mala suerte el haber participado de una manifestación o huelga y haber terminado masacrados.
No ha sido mala suerte haber estado sujetos a un sistema pedagógico y cultural del olvido que perpetúan el arribismo y conservadurismo.
No ha sido mala suerte haberse opuesto a la opresión y terminar desaparecido.
No ha sido mala suerte haber crecido en Latinoamérica, en donde se lucra extrayendo nuestros recursos y potenciales.
No a sido mala suerte que se haya instalado la pobreza como forma de dominación y gobierno.
No ha sido mala suerte haber crecido en Latinoamérica y sin embargo ser tratado como extranjero en un país hermano.
No ha sido mala suerte que los procesos de instalación del neoliberalismo colonicen hasta nuestros deseos e impongan las formas del goce.
No ha sido mala suerte que haya una captación por parte del capitalismo de los discursos y reivindicaciones feministas.
No ha sido mala suerte imaginar procesos colectivos potentes y revolucionarios y encontrarnos con una realidad fragmentada y disímil.
No ha sido mala suerte que no logremos encontrar el consenso y la articulación necesaria para materializar nuestros ideales.
No ha sido mala suerte, que nuestra forma de encontrarnos y tomar acción sea engullida por intereses lucrativos de otros.
No ha sido mala suerte el adoptar prácticas opresoras al no respetar otras formas de vida, creer que estas son artículos de accesorio que pueden ser comprados, usados y finalmente disociados para nuestro capital económico y social.
No ha sido mala suerte el destiempo que nos impone distancia y dificulta la sincronización.
No ha sido mala suerte que la violencia estructural y sistemática sean espacios espectrales que aun no terminamos de reconocer.
No ha sido mala suerte, que 4 de nuestros compañeros hayan sido encarcelados.
No ha sido mala suerte que no se sepa que la función de una performance es develar, demandar y denunciar las violaciones de derechos, las violencias cotidianas y los agentes que las perpetúan.
No ha sido mala suerte que por apelar a la paz se nos llame al silencio.
Es por esto reafirmamos que ¡NO QUEREMOS PAZ, SINO LA VICTORIA!