Minimanifiesto escatológico

La performance en mí, o La caca y el signo

por Eli Neira

Me cago en la Constitución Política de Chile porque la Constitución Política de Chile se cagó en mí primero. Y no solo se cagó en mí, sino en todos nosotros. Me recago en la constitución apelando a mi legítimo derecho a pataleo, aunque éste no sea más que una ilusión.

Pero ¿Qué es el arte sino ilusión? ¿Qué son los signos? ¿Qué son siglos y siglos de pintura, poesía, teatro, novela, sino pura y cara ilusión? Ilusión de significado, ilusión de comunicación, ilusión de trascendencia que agota en sí misma su frágil pero centelleante vida.

Ante la impotencia de los signos, ante la imposibilidad de comunicar, yo decido entonces encarnar el signo y me cago. Me cago y me fotografío cagando, lo registro en video también, para que no quede duda. Mi caca es real y mediática a la vez (Chúpate esa), más real (aunque menos mediática) que las tetas de la Bolocco, más real que las noticias de CNN, más real que las cifras macroeconómicas, más real que el dólar y el peso, mírela usted, huélala usted. Mírela bien, ¿Qué siente? ¿Asco?

Usted siente asco frente a mi caca pero no siente asco frente al sistema. Y yo le pregunto, ¿Qué es más asqueroso: mi caca o la colusión de las farmacias? ¿Mi caca o el montaje del caso bombas? ¿Mi caca o los precios del transantiago? ¿Mi caca o la diferencia entre el sueldo de un senador y el de un obrero? ¿Mi caca o la policía apaleando niños mapuches? ¿Mi caca o el pinochetismo? ¿Mi caca o la constitución política que nos rige? ¿Mi caca o la cobardía de algunos políticos?

Como puede darse cuenta, mi caca no es más que una pobre alpargata ante la magnitud de mierda que nos rodea.

Entonces, siguiendo un impulso natural, me cago en la Constitución Política de Chile, la carta fundamental de la república redactada con prolijidad y malicia por el pinochetismo durante los 80 para dejarnos amarrados al dominio de los poderosos. Me cago en la madre de todos los males, en la trampa y herencia definitiva de la dictadura. Me cago sintiendo una enorme liberación no sólo en mis entrañas sino en la totalidad de mi ser. Liberación que por cierto no espero represente a nadie ni guste a nadie más que a mí misma. (De todas maneras es un placer tenerles por aquí). Mi arte no aspira a la representatividad, ni a la inclusión. Si les apetece me toman en cuenta si no se pueden ir a dar por culo.

Tampoco espero que me amen por andarme cagando en público ni que me estudien en tesis doctorales ni que me incluyan en los contenidos obligatorios de la materia de artes plásticas para la enseñanza media. No señor, yo no pido eso, porque si me vienen con wevadas yo me cago también en el arte y la academia. A mi la academia nada me ha dado más que una deuda. No me dio conocimientos, no me ha dado premios ni trabajo hasta el momento ¿Por qué habría yo de seguir sus dictados? ¿Por qué tendría yo que doblegarme ante su curia? Ahora si me dan un cursito por ahí podríamos comenzar a dialogar…

Pero mientras tanto me cago y bautizo mi caca como “El enemigo interno”. ¿Alguien se acuerda quién era el enemigo interno durante el gobierno de mi general Pinochet? Pues todos nosotros éramos el enemigo interno. Nuestros padres, tíos, vecinos, profesores, primos, etc. Todos, grandes y chicos, todos vivimos bajo la sombra y la amenaza de la bayoneta.

Y hablando de caca, bien sabemos que el gobierno militar no tuvo ningún problema en hacernos re cagar a todos. A sus enemigos y al que dijera agua va. Nos cagaron, nos masacraron y nos dejaron amarrados a su trampa, la constitución que nos heredaron.

Me cago además porque yo no inventé la caca, como todos ustedes bien sabrán, cagar es un proceso metabólico propio del ser humano (de vital importancia hay que agregar) presente en el cuerpo de todas las especies vertebradas e invertebradas. Cagar es patrimonio de la humanidad, facultad de todos los cuerpos, el mío, el suyo, el del presidente. Mi vecina caga, mi gato caga, el ratón caga, mi mamá caga, el perro caga y se la come además. Gracias a dios todos cagamos y si no cagamos nos morimos, eso es un hecho. Nos intoxicamos. Por lo tanto al que le genere problema mi caca, mmm… déjenme decirle que tiene un problema mayor, ya que se estaría conflictuando con un proceso biológico de su propio cuerpo. Un proceso que le pertenece en tanto integrante de la raza humana. Y es mejor no tener problemas con la caca. Ni con la raza humana. Se los digo.

Ahora bien, dirán ustedes que podría yo tener la deferencia de ir a cagarme a otro lado, en privado, en el baño de mi casa, por ejemplo, como la gente decente y no hacerlo en un encuentro de performances.

Pero es que la perfomance es así. Como cagarse en público. Una experiencia fuerte. (Aunque debo decir que mi caquita no estaba nadita de hedionda, porque ese día y como parte de la preparación para la obra sólo comí vegetales, pensando en el público presente por supuesto)

Por otro lado la caca en el arte ha estado presente desde siempre, desde que un cavernícola con las manos untadas en caca (en la época en que no había papel higiénico) las estampó en una caverna y luego les hecho pigmento. ¿De que creían que estaban hechas las manos de Altamira? ¿De óleo? ¿Creían que era un plotter?

Pues no. Eran de caca. Caca, caca, la arcilla primigenia. La primera gran “Obra” del ser humano. ¿Sabia usted que en nuestro idioma ir a cagar también se dice ir a “obrar”?

En los cuadros de Dalí hay caca. El mismo lo escribe en su diario. Dalí usaba la caca como parte de su método de creación paranoico critico. Cuenta en su diario que cuando niño le gustaba cagarse en los cajones de la ropa y cerrarlos para que luego los adultos se encontraran con el pastel al abrir los muebles.

Hay caca en la obra de Gilbert & George. Por montones. Hay caca en el trabajo de David Nebreda, en las performances de la congelada de uva. Hay caca en Pink Flamingo, en el gran Passolini, hay caca en el MOMA de Nueva York, en el Guggenheim, en las bienales de Kassel y de Venecia (dicen que los famosos canales están llenos de caca) Hay caca en Sao Paulo, en Johannesburgo, en La Habana, en San Salvador, en Cincinnati. Hay caca en el mundo del arte porque hay caca en el mundo. Somos caca. En eso nos transformaremos. Cuando muramos y echemos la ultima cagadita junto con la última exhalada.

Dicen que pisar caca trae buena suerte, Yo me pregunto, ¿Hemos tenido buena suerte los chilenos los últimos 40 años?

Bueno, hasta aquí el manifiesto y los invito a disfrutar de la muestra y a visitar la tiendita de arte y poesía que está en la habitación continua.

Esta obra se suma a los llamados para la formación de una

*ASAMBLEA CONSTITUYENTE PARA CHILE*